lunes, 9 de noviembre de 2009

Pánico en el váter

Hoy en la universidad he entrado a cagar (al aseo, por supuesto, no voy unicamente a la uni a cagar, que para eso ya están los arbustos de la calle) y la verdad es que en ese reducto de “tranquilidad” muchas cosas llegan a pasar por tu mente, desde el minuto 0, en el cual coges el pomo de la puerta y piensas: -¿Quién coño habrá tocado esto? ¿Aún seguirá alguién dentro? ¡La puta, si abro y me veo a alguien rojo de hacer fuerza me cago aquí mismo eh!

Pero así y todo reúnes el valor de abrir y felizmente para mi y mis calzones no encuentras nadie dentro “rojo de hacer fuerza”. Bueno, saltándome todo lo que pensé antes de sentarme en la taza (Que seguro todos sabéis que son muchas cosas) me dispuse a hacer la excreción y a… perdón ¿he dicho excreción?, quise decir a cagar y a pensar…

Ni los onanistas lo han logrado entender pero siempre lo primero que te viene a la mente en un sitio cerrado con pestillo es: -¡Ummm, si me toco no se entera nadie!, a lo que sigue un: -¿Y si entra alguien?, venido de un:- ¡Coño, si acabo de pensar que hay pestillo!, finalizado con una gran preocupación por: -¿Y si me oyen?

Así que el siguiente paso es intentar escuchar como un tonto con los pantalones bajados qué hace el resto de gente en los váteres contiguos para saber si tu nivel de ruido excede al mínimo permitido para tocarse inocentemente en el váter y que al salir nadie te mire mal (o durante el proceso por debajo de la puerta), pero ahí es cuando llega el fatídico momento:

En el váter de al lado un tío entra, cierra la puerta, se oye ruido de mochila cayendo, hebilla abriéndose, pantalón cayendo y ruido de orina salpicando contra el agua,… Lo que a oídos expertos se traduce en: Tío meandose a saco entra al váter, tira la mochila, se quita como puede el cinturón, se baja los pantalones y mea de pie, por lo cual inmediatamente al terminar de oír el sonido de la orina deberían sucederse las citadas acciones pero en un sentido inverso al narrado… habéis leído bien, deberían.

Pero esa hipótesis pronto desaparece y tus pensamientos más sucios se vuelven realidad. En ese momento al sonido urinario le sigue el del papel “limpia puntas” y un silencio. Un silencio que en tu cabeza se vuelve temor pero que en la cabeza de tu compañero de letrinas se vuelve en: -¡Ummm, si me toco no se entera nadie! Así que ese silencio de pronto se ve sustituido por un continuo sonido de hebilla golpeando el suelo, por lo que dudas entre si el tío se esta tocando o saltando para ver si lo estás haciendo tú, pero de repente esas dudas se esclarecen al oír un "Oooooh!!" que en ese momento no sabría describir si fue de alivio o de "Ooooh!! Mierda!! ¡¡He salpicado la mochila!!", ya que estaba demasiado ocupado intentando sacar de mi cabeza la imagen del tío machacándosela.

Asustado, sorprendido o simplemente en shock cogí papel para limpiarme e irme, pero de repente la manilla de la puerta se empezó a mover, alguien quería entrar, ¿¡tal vez el pajillero de al lado había estado saltando para verme y tocándose todo a la vez y con ganas de más ahora venia a por mi…?!

Gracias a Dios otro sonido disipó mi temor, los pantalones subiendo, la hebilla abrochándose, la mochila acomodándose y la puerta abriéndose... Cuando me quise dar cuenta, aún no había cagado.

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